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ilargi eguzkilore en Goierrri

Caracterizado por sus hojas espinosas y su distintiva corona floral, el Eguzkilore ha sido apreciado a lo largo de los siglos como un guardián contra las energías negativas y los males. Se cree que esta planta tiene la capacidad de capturar la energía solar y repeler influencias malignas, lo que la convierte en un símbolo de protección tanto para los hogares en Alsasua como para quienes la llevan consigo.

El Eguzkilore no solo es un amuleto, sino un enlace tangible con la historia y la espiritualidad del pueblo vasco. Su presencia en hogares y rituales, así como su papel en las ceremonias tradicionales, lo convierten en un recordatorio duradero de la conexión entre la naturaleza y la cultura. Al adquirir un Eguzkilore, ya sea como un amuleto personal o como una adición decorativa a tu hogar, estás honrando una tradición que se extiende a lo largo de generaciones y abrazando la esencia de la cultura vasca.

Cuenta la leyenda que en el inicio de los tiempos, cuando los hombres comenzaron a poblar la tierra, no existían ni el sol ni la luna y los hombres se encontraban inmersos en una gran oscuridad, asustados por las numerosas criaturas que salían de las entrañas de la tierra: toros de fuego, caballos voladores, enormes dragones, genios y brujas… Los hombres vivían en cavernas, temerosos y expectantes, hasta que finalmente, en su desesperación, decidieron pedir ayuda a Amalur.  Amalur les dijo:

– “Hijos míos, me pedís que os ayude y eso voy a hacer. Crearé un ser luminoso al que llamaréis Ilargi“.

Y así Amalur creó la Luna, que con su brillo pálido iluminó la noche y espantó a las criaturas. Al comienzo, los hombres se asustaron de la luz y permanecieron en sus cuevas sin atreverse a salir. Pero vieron que las criaturas de la oscuridad huían del resplandor de Ilargi, y salieron a celebrarlo, regocijados. Pero el susto de los genios no duró para siempre, y poco a poco, las criaturas de la oscuridad se acostumbraron a la luz de Ilargi, y no tardaron en salir de sus simas y acosar de nuevo a los humanos. Así que los hombres acudieron otra vez a Amalur, pidiéndole esta vez algo más poderoso.

– “Amalur,” -le dijeron- “te estamos muy agradecidos porque nos has regalado a la madre Luna, pero aún necesitamos algo más poderoso puesto que los genios no dejan de perseguirnos.”

– “De acuerdo,” – respondió Amalur- “crearé un ser todavía más luminoso al que llamaréis Eguzki.”

Y Amalur creó el Sol. De esta forma, el Sol sería el día y la Luna la noche. Era tan grande, luminoso y caliente que incluso los hombres tuvieron que acostumbrarse poco a poco. Gracias a su calor y luz, crecieron las plantas y aún más importante, los genios y las brujas no pudieron acostumbrarse a la gran claridad del día y desde entonces sólo pudieron salir de noche.

Pero los hombres, acudieron una vez más a Amalur para pedirle protección durante la noche, ya que los genios seguían saliendo de sus simas en la oscuridad de la noche para acosarlos. Y fue entonces cuando Amalur creó una flor tan hermosa que, al verla, los seres de la noche creerían que era el propio Eguzki y huirían aterrados. Esta es “Eguzkilore” (flor del sol). Y hasta hoy, este es el símbolo de protección que defiende los hogares de los malos espíritus, los brujos, los genios de la enfermedad, las tempestades, rayos y demás enemigos del hombre.

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Unión Europea - NextGenerationEUPlan de Recuperación, Transformación y Resiliencia